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679 - El Señor nos invita a la unidad en la diversidad
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  • 679 - El Señor nos invita a la unidad en la diversidad










    A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:«Padre santo, cuídalos en tu Nombre a los que me diste para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, Yo los cuidaba en tu Nombre a los que me diste; los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como Tú me enviaste al mundo, Yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.» San Juan 17, 11b-19








    Que seamos uno, Padre, para que el mundo crea en la Buena Noticia de Jesús.



    Que seamos uno, Padre, para poder de veras vivir en la libertad que nos garantiza la presencia de tu Espíritu Santo.



    Que seamos uno, Padre, y así poder ver que la riqueza de nuestra Iglesia radica en la multiplicidad de rostros, ideas, palabras, obras, hechos, costumbres, culturas.



    Que seamos uno, Padre, para poder comprender buenamente que en las comunidades hay lugar y se hace espacio para todos y no sólo para algunos.



    Que seamos uno, Padre, no porque pensamos todos de la misma manera, y lo que genera entonces es la uniformidad que mata las expresiones de vida y verdadera libertad de espíritu.



    Que seamos uno, Padre y entonces comprender de una buena vez que la dignidad más linda y más santa radica en que somos tus hijos e hijas por el bautismo y eso es en definitiva lo que nos hace hermanos y hermanas.



    Que seamos uno, Padre, y sintiéndonos todos responsables de todos, podamos recibir la vida como viene, sin pretextos, sin excusas, sin recelos.



    Que seamos uno, Padre, y ser sano escándalo para la Cultura de la Muerte, del Consumo y el Descarte.



    Que seamos uno, Padre, para comprender que el secreto de ser Iglesia no está en que todos pensamos igual sino que creemos todos del mismo modo.



    Que seamos uno, Padre, y darnos cuenta que al final es más lo que nos une que lo que nos separa.



    Que seamos uno, Padre, como vos, Jesús y el Espíritu son uno. Con el mismo amor, la misma fuerza y la misma comunión.



    Amén.


    Wed, 15 May 2024
  • 678 - Jesús nos llama amigos










    14/05/2024 – Compartimos la catequesis del día junto al padre Sebastián García. Uno de los rasgos más característicos de este evangelio, además del mandamiento del amor, es aquel por el cual Jesús llama a sus discípulos “amigos”. Y empieza entonces una hermosa comparación: la diferencia entre amigos y siervos.











    A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Como el Padre me amó, también Yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros, como Yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que Yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, Él se lo concederá.Lo que Yo les mando es que se amen los unos a los otros. San Juan 15, 9-17











    Es común que en la época de Jesús existieran siervos y esclavos. Eran los que se encargaban de todos los quehaceres en las casas de los ricos, que eran los que podían pagar el precio de un esclavo. Ciertamente no tenían ningún tipo de igualdad con el señor al que servían. Eran de otra índole social. Por eso dice Jesús que “ignoran lo que hace su señor”. No comparten su destino y son ajenos a lo que pasa en la vida de sus señores y además no son libres de hacer nada. Todo se supedita a la voluntad de su amo.



    En cambio los amigos son completamente distintos: el amigo está en igualdad de condiciones, comparte la mesa, el destino, las alegrías y las esperanzas. No es el que aparece en lo extraordinario de la vida, sino el que se hace presente en lo sencillo, pequeño y cotidiano del día a día de todos los días. El amigo es la persona con la que se cuenta, en quien se descansa, con quien se puede en definitiva ser libre.




    Este evangelio entonces nos propone dos maneras distintas de entender a Dios y por eso, sigue siendo revolucionario. Una fe basada en la experiencia de que somos esclavos y siervos de Dios, siendo Dios amo Único de nuestras vidas, será un fe vivida en el mero cumplimiento de normas, leyes, mandamientos, códigos, reglas. Es la fe del “creo porque es así” y no queda más remedio. Es la fe de quien solo puede obedecer a Dios, no por un acto libre de su voluntad sino porque cree que no le queda otra que creer. Es una fe atada que se mueve en el ámbito de un Dios “arriba” y un sujeto “abajo”. Es la fe donde Dios es solo para algunos, un grupo de elegidos destinados a salvarse. Es la fe que rinde culto de manera externa y mecánica. Es la fe del ritualismo vacío, de celebraciones sin contenido existencial, donde Dios no tiene nada que ver con la vida. Es la fe de muchos cristianos que le tienen miedo a Dios, que cumplen los mandamientos, que van a misa y nada más, que se atan a reglas, que se rigen por lo exterior. Es la fe que termina asfixiando la vida. En definitiva es la fe por la cual, a la corta o a la larga, ya no vale la pena creer en Dios.



    En cambio una fe basada en la experiencia religiosa de saber que Dios, en la persona de Jesús nos llama “amigos” cambia totalmente el panorama. Esta es la fe de un Dios que se pone a la altura del hombre, que se encarna, se hace Pueblo e Historia, se hace frágil y víctima.
    Tue, 14 May 2024 - 47min
  • 677 - Del dolor a la alegría: La promesa de Jesús









    10/05/2024 – En San Juan 16,16-20, Jesús advierte a los discípulos que va a haber tristeza en sus corazones pero se convertirá en gozo, porque él no los abandorará. Encontrarán la plenitud que anhelan y desean.



    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:”Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.”La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.Aquél día no me harán más preguntas.” San Juan 16,16-20



    En este pasaje del Evangelio de Juan, Jesús prepara a sus discípulos para su partida y les ofrece palabras de consuelo y esperanza. Les anuncia que experimentarán tristeza, pero esta se convertirá en una alegría profunda y duradera.



    Juan 16,20: Jesús afirma que sus discípulos “llorarán y se lamentarán” mientras que “el mundo se alegrará”. Esto se debe a que el mundo no comprende el significado de la muerte y resurrección de Jesús, mientras que los discípulos la van a poder comprender por la presencia del Espíritu Santo que les va a enseñar.



    Jesús resalta la paradoja entre la tristeza de sus discípulos y la alegría del mundo. El mundo celebra la vida efímera y pasajera, mientras que los discípulos se entristecen ante la partida de su Maestro. Sin embargo, esta tristeza no es vana, sino que está arraigada en una fe profunda en la Pascua de Cristo. Los discípulos, guiados por el Espíritu Santo, comprenden el significado de la muerte y resurrección de Jesús: un acto de amor supremo que abre las puertas a la plenitud de la vida.



    La imagen del parto que utiliza Jesús en Juan 16,21 es elocuente. El dolor intenso del alumbramiento anticipa la inmensa alegría del nacimiento de un nuevo ser. De la misma manera, la tristeza de los discípulos precede a la gozosa experiencia de reencontrarse con Jesús resucitado.



    En Juan 16,22, Jesús promete a sus discípulos una alegría que “nadie les podrá quitar”. Esta alegría no se basa en las circunstancias externas ni en los placeres mundanos, sino que brota de una fuente inagotable: el amor de Dios manifestado en Jesucristo. Es una alegría profunda, interior y duradera que llena el corazón de paz y esperanza.



    San Francisco de Asís es un ejemplo de alegría evangélica, inspirado por el mensaje de Jesús, vivió una vida radiante de alegría evangélica. A pesar de las privaciones y dificultades que enfrentó, Francisco encontró gozo en la sencillez, la fraternidad y la contemplación de la creación. Su “Cántico del Sol” es un testimonio vibrante de su profunda alegría en la presencia de Dios.San Agustín: “La alegría del cristiano es la esperanza de la gloria” ([Sermón 266]).Papa Francisco: “La alegría del Evangelio es para todo el pueblo. Es la alegría de haber sido salvado por Jesucristo, de ser amados por Dios y de poder amar a los demás con su mismo amor” ([Evangelii Gaudium, 1]).



    No más preguntas



    Juan 16,23: Jesús les dice a sus discípulos que “en aquel día no me harán más preguntas”. Esto significa que ya no necesitarán preguntar porque habrán entendido plenamente su mensaje y su amor.La frase de Jesús a sus discípulos, “en aquel día no me harán más preguntas” encierra una profunda promesa y una invitación a la reflexión. Promete un estado de conocimiento y comprensión plenos,
    Fri, 10 May 2024 - 55min
  • 676 - El Espíritu Santo nos conduce










    09/05/2024 – En el evangelio del día Juan 16,20-23 Jesús nos invita a la esperanza, a transitar los tiempos de crisis con la certeza de que el Espíritu nos va a llevar a esa vida nueva que anhelamos.



    ”Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, Él se lo concederá en mi Nombre.” Juan 16,20-23











    Ven a llenarnos, Espíritu de Dios




    Semejante a un niño y la mujer que lo ha dado a luz -que lo padeció con dolores de parto, pero que luego se olvida porque goza de la presencia de esta nueva criatura- es la generación de la vida nueva en el encuentro entre el Espíritu y María, el Espíritu y la Iglesia.



    Hay una promesa presente a lo largo y a lo ancho de las Escrituras, pero por sobre todo en el Nuevo Testamento: llenarnos del Espíritu Santo, llenarnos de gracia. En el Nuevo Testamento encontramos tres verbos y tres imágenes que expresan la venida del Espíritu Santo a nosotros: ser bautizados con el Espíritu Santo (Mateo 3, 11; Juan 1, 33; Hechos 1, 5); ser revestidos del Espíritu Santo (Lucas 15, 41; Hechos 6, 5; Hechos 7, 55); llenarnos del Espíritu Santo (Lucas 24, 49).



    Éste último es el verbo que se utiliza más a menudo, llenarnos del Espíritu Santo. Se dice de Jesús, que lleno del Espíritu regresó del Jordán y se introdujo en el desierto. Lleno del Espíritu Santo se dice que estaban Juan el Bautista, Isabel y Esteban.



    Pero sobre todo es el verbo que se utiliza para describir el milagro de Pentecostés, cuando en Hechos 2, 4 dice todos (María, los discípulos, los que estaban en aquel ambiente y, más aún, los que participaban después de la efusión de aquel Espíritu nuevo) quedaron llenos del Espíritu Santo. Es una promesa hecha realidad. Se le llama gracia a este don del Paráclito porque cuanto nos ha dado es gratis, gratuitamente no por nuestros méritos sino por voluntad divina. Por eso lo llamamos gracia. Es gracia que llena el alma de sí mismo, que llena el corazón de la presencia del Espíritu. Más que con dones, el Espíritu viene Él mismo a habitarnos interiormente.



    La secuencia de Pentecostés dirige al Espíritu Santo la siguiente súplica: llena el fondo del alma, Divina Luz. Y una antífona del siglo X que se sigue utilizando en la liturgia dice: ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.



    ¿Qué quiere decir que Dios da la gracia a los humildes? se pregunta San Agustín. Y se contesta: que les da el Espíritu Santo. Lo que pedimos con las palabras es nada menos que lo siguiente: que se realice para nosotros una nueva efusión del Espíritu, que podamos participar de un nuevo Pentecostés para que seamos colmados en aquella promesa, hecha realidad ya en la persona de Cristo en Quien vivimos, nos movemos y existimos como parte de su Cuerpo, somos nosotros también del Espíritu Santo. Nos abrimos a esta gracia de plenitud de aquellos lugares donde hay vacíos que son existenciales y que la sociedad en la que vivimos, con el mercadeo consumista, busca taparlos con necesidades que no son reales.



    Te invito a que, más que tener, como búsqueda de calmar esa ansia que cruje en el vacío existencial de tu vida,
    Thu, 09 May 2024
  • 675 - Nuestra Señora de Luján, detén tu carro una vez más










    08/05/2024 – Ella nos convoca desde su pequeñez y el silencio, llamándonos a los argentinos a hallar en ella ese corazón materno que nos cobija, nos alienta, nos consuela, nos reúne, nos muestra nuevos horizontes. Ella vino para quedarse también en nuestro corazones, en lo de todos los días.











    “Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. 26.Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» 27.Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.” Juan 19, 25-27Bergoglio 2010



    Ella quiso quedarse con nosotros



    En Luján hubo un gesto de la Virgen y hace bien recordarlo: en 1630 una pequeña imagen de la Pura y Limpia Concepción, se quedó. Iba a otra parte la caravana, pero la Virgen provocó la parada. Casi podríamos pensarlo como un eco de todos los tiempos del pueblo argentino, en medio de las búsquedas de caminos de esperanza diciéndole a María como los discípulos de Emaus a Jesús: “quédate con nosotros”.



    Desde ese momento en Lujan hubo visitas, peregrinaciones, encuentros con la Virgen peregrina y conversadora con las penas del pueblo en camino. Desde ese momento la Patria tuvo madre. La imagen, al principio, estaba en una taperita, después una iglesia… y hoy la Basílica tan linda y tan cuidada.En Lujan aprendemos a detenernos y recibir vida. En Lujan junto a la Madre de Jesús vamos a descansar, a confiarle la vida de otros, la vida que muchos fueron cargando en la peregrinación, en el silencio y la oración por el camino. Aquí el pueblo sencillo y creyente de nuestra patria fue creciendo también en algo tan característico del lugar: la solidaridad y la fraternidad. Y con este modo simple, de encuentro y silencio armó nuestra Madre el santuario Casa de los argentinos. La Patria, en Lujan , creció con la Virgen; la Patria aquí tiene a su madre.



    Aprendimos a confiar y a descansar en ella



    ¡En esta su Casa de Luján cuántos vamos a cumplirle promesas o a confiarle nuestra necesidad, dolores o problemas! Por el templo anterior a la Basílica, cuando la Patria empezaba, pasaron San Martín y Belgrano al principio y al final de sus campañas. Pasaron ellos, como muchos, en medio de la gloria, y cuando quedaron solos y olvidados, le confiaron su tristeza. Sabían que la Patria tenía Madre.




    Hoy es su fiesta, al celebrarla a Ella que recoge las visitas y las oraciones de los hijos, le pedimos aprender a ser como Manuel, silenciosos observadores de la vida y el camino de esta Patria, y a rezar por ella con la fidelidad del pueblo que intuye esta presencia de madre y por eso confía. Somos parte de esta historia del milagro que continúa y se sigue escribiendo. A ella también le pedimos la gracia de saber trabajar por la Patria, hacerla crecer en la paz y concordia que nos da el sentirnos hermanos, desterrando todo odio y rencor entre nosotros.



    Queremos aprender a cuidarnos



    En este lugar tan santo, lleno de fe y esperanza, pedimos hoy a la Madre que cuide a nuestra Patria. En particular a aquellos que son los más olvidados, pero que saben que aquí siempre hay lugar para ellos. Así fue desde el principio: la Virgen cuidó desde muy adentro del corazón a esta Patria, comenzando desde los más pobres, los que para los suficientes no cuentan… pero aquí sí que son tenidos en cuenta. Por ello a los hijos de la Virgen de estas tierras nunca les falta la protección de nuestra Madre.



    Lujan un signo



    Wed, 08 May 2024 - 42min
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