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673 - El Espíritu Santo nos sostiene en el testimonio
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  • 673 - El Espíritu Santo nos sostiene en el testimonio









    06/05/2024 – En el Evangelio de hoy, Jesús nos exhorta a entregarnos a la guía del Espíritu Santo, quien es el artífice de la obra divina. Desde la creación del Padre hasta la redención del Hijo, el Espíritu Santo nos conduce hasta el cumplimiento del plan de Dios en el mundo.




    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen.Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.» Juan 15,26-27.16,1-4a.La llegada del Espíritu Santo, es para sostener en el testimonio. Dice Jesús: “Cuando venga el Paráclito, el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, ustedes también darán testimonio de mí”. El Señor nos invita a renovar nuestra confianza en la fuerza del Espíritu, que como dice Pablo, es el que nos conduce, nos guía, el que va en nosotros como en una vasija de barro, este tesoro maravilloso, que opera y actúa con el poder del Dios en nuestra debilidad, la gracia del espíritu.




    Dios da esta manifestación testimonial del Espíritu Santo, a los que se abren a su moción interior con obediencia. “Nosotros somos testigo de estas cosas y también el Espíritu Santo, que da Dios a los que obedecen” (Hch 5,32). Obediencia que es fidelidad al testimonio de lo que se ha participado, es decir de lo que hemos tenido experiencia, de lo que hemos visto, de lo que hemos oído, de lo que tocamos con nuestras manos, eso es lo que anunciamos. La manifestación del Espíritu Santo nace entonces de una experiencia que es en la obediencia.



    ¿Cuál es esa experiencia por la que hay que dejarse llevar en Espíritu de obediencia?.



    “Si me aman y guardan mis mandamientos yo pediré al Padre y Él les enviará otro Paráclito” Jn 14,14. Es dejarse llevar entonces por la fuerza transformante del amor, es obediencia en la caridad. Es obediencia a lo único que Jesús manda a lo largo de todo el evangelio, a que nos amemos, no hay otro mandato. Es un mandato de liberación, no de esclavitud, es un mandato de transformación, es un mandato que libera, transforma, cambia la vida. Allí se sintetiza todo el mensaje de Jesús, en el amor fraterno. Ámense unos a otro como Yo los he amado, nadie tiene amor más grande que el da la vida por los hermanos.



    El amor transformará el mundo



    Decía Martín Luther King :“el amor es la única fuerza capaz de transformar a un enemigo en amigo”.El testimonio de los perseguidos y de Esteban en particular, hace que Pablo pase de perseguidor a seguidor de Jesús “quién podrá apartarnos del amor de Cristo. Ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni los peligros, ni la espada. En todo salimos vencedores gracias a aquel que nos amo”.



    La fuerza que el espíritu de Jesús, el paráclito, el que El nos envía para que no quedemos huérfanos, para que no quedemos abandonados, para que no quedemos al margen del camino, es el único capaz de sostenernos en el medio de lucha, particularmente en el medio de la adversidad y muy en particular en el medio de la persecución. Nos aprietan por todas partes, dice el apóstol Pablo, pero en todas vencemos gracias a aquel que sostiene nuestro peregrinar, sostiene nuestro andar. ¿Quién podrá apartarnos del amor de Dios?



    No hay forma de transformación del mundo sino es amando ...
    Mon, 06 May 2024 - 15min
  • 672 - Fiesta Santos Felipe y Santiago









    03/05/2024 – En el día de los santos Felipe y Santiago, en el Evangelio del día, San Juan 14,6-14, Jesús se muestra como “camino, verdad y vida”. Él es quien nos rescata reorientando todas las búsquedas y anhelos que hay en nosotros.



    Somos peregrinos, caminantes a veces errantes. Pidamos a Jesús que nos muestre el horizonte y nos ayude a avanzar por donde nos indica, encontrando la paz en lo profundo del corazón.








    Jesús dijo a Tomás: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: ‘Muéstranos al Padre’?¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre.”Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.



    San Juan 14,6-14.




    Soledad, compañera del camino,que me acompaña en mi andar errante,me enseña a vivir en el silencio,y a encontrar la paz en el distante.Atahualpa



    Nuestra histórica tradición de caminantes



    El frenesí viajero no es algo nuevo, está a lo largo de la Biblia. Empezando por el principio: el jardín en que estaban Adán y Eva no debía estar mal, pero, quieras que no, un poco confinados sí que estaban, así que salir de allí y explorar otros lugares no fue un verdadero castigo.El siguiente viaje lo hizo Abraham saliendo de su tierra y luego envió a su siervo Eleazar a 2.500 Km para buscarle novia a Isaac: las chicas cananeas eran un poco alocadas y en su pueblo de origen eran más formales; encontró a Rebeca que reunía todos los requisitos, además de ser muy bella (Gn 24).



    Jacob fue el patriarca más movido, no sabemos si por gusto o porque lo perseguía su hermano Esaú, enfurecido con él por diversas razones. Iba de acá para allá huyendo y menos mal que se echó a dormir de cansancio y Dios encontró cobertura para conectarse con él (Gn 28).



    Elías corrió más peligros en su travesía por el desierto; se tumbó exhausto bajo un arbusto, pero un ángel/le trajo un bocadillo y le reanimó (1 Re 19). Moisés fue otro viajero persistente, con el mérito a su edad de tener que subir y bajar constantemente al Sinaí, cosa que hacía sin rechistar y sin preguntarle a Dios el porqué de su fijación con aquel monte.



    Y así llegamos a Jesús, que aparece constantemente en los evangelios como sujeto de verbos de movimiento: ir, llegar, marchar, atravesar, desembarcar, cruzar, salir, entrar, levantarse, seguir, recorrer… “Hoy, mañana y pasado tengo que continuar mi viaje…” (Lc 13, 33). Sus desplazamientos tenían a veces un destino fijo: “se retiró a Galilea” (Mc 4,12), “fue a Nazaret donde se había criado…” (Lc 4,16), “bajó a Cafarnaúm” (Lc 4,31), “volvió a Betania” (Mc 11,11), “camino de Jerusalén, recorría ciudades y aldeas…” (Lc 13,22).



    Otras veces caminaba sin un destino programado aparente y en ese espacio se producían encuentros: paseando al borde del mar vio a los que van a ser sus primeros discípulos (Mt 4,18); saliendo de Jericó va a encontrar a Zaqueo (Lc 18,35) y a Bartimeo (Mc 10,46); al entrar en una aldea le salen al encuentro diez leprosos ...
    Fri, 03 May 2024 - 9min
  • 671 - 1 de Mayo Fiesta de San José Obrero









    01/05/2024 – En el día del trabajador y de San José Obrero compartimos la catequesis del día:








    Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio.» Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.



    Mateo 13,54 -58




    Los evangelistas Mateo y Marcos definen a José como “carpintero” u “obrero de la madera”. «¿No es éste el hijo del carpintero?» (13,55; cf. Mc 6,3). Jesús practicó el oficio de su padre.



    El término griego tekton, usado para indicar el trabajo de José, ha sido traducido de varias maneras. Los Padres latinos de la Iglesia lo hicieron con “carpintero”. Pero en la Palestina de los tiempos de Jesús la madera servía, además de para fabricar arados y muebles varios, también para construir casas, que tenían ventanas de madera y techos de terraza hechos de vigas conectadas entre sí con ramas y tierra. Por tanto, “carpintero” u “obrero de la madera” era una calificación genérica, que indicaba tanto a los artesanos de la madera como a los trabajadores que se dedicaban a actividades relacionadas con la construcción. Un oficio duro, teniendo que trabajar materiales pesados, como madera, piedra y hierro.



    Desde el punto de vista económico no aseguraba grandes ganancias, como se deduce del hecho de que María y José, cuando presentaron a Jesús en el Templo, ofrecieron solo un par de tórtolas o pichones (cf. Lc 2,24), como prescribía la Ley para los pobres (cf. Lv 12,8). Por tanto, Jesús adolescente aprendió del padre este oficio. Por eso, cuando de adulto empezó a predicar, sus paisanos asombrados se preguntaban: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?» (Mt 13,54), y se escandalizaban a causa de él (cf. v. 57), porque era el hijo del carpintero, pero hablaba como un doctor de la ley, y se escandalizaban de esto.



    El libro del Génesis narra que Dios creó al hombre y a la mujer confiándoles la tarea de llenar la tierra y dominarla, que es igual a cultivarla y protegerla, cuidar de ella con el propio trabajo (cf. Gn 1, 28; 2, 15).



    El trabajo es un elemento fundamental para la dignidad de una persona. El trabajo, por usar una imagen, nos «unge» de dignidad, nos colma de dignidad; nos hace semejantes a Dios, que trabajó y trabaja, actúa siempre (cf. Jn 5, 17); da la capacidad de mantenerse a sí mismo, a la propia familia, y contribuir al crecimiento de la propia nación.



    Pensemos en las dificultades que encontramos hoy en el tener un trabajo digno cuantos desempleados, muchas veces por causa de una concepción economicista de la sociedad, que busca el beneficio egoísta, al margen de los parámetros de la justicia social.



    Cuántas personas, en todo el mundo, son víctimas de este tipo de esclavitud, en la que es la persona quien sirve al trabajo, mientras que debe ser el trabajo quien ofrezca un servicio a las personas para que tengan dignidad.



    Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo». En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la ...
    Thu, 02 May 2024 - 50min
  • 670 - Permancer en el amor de Dios









    02/05/2024 – En el evangelio de hoy, Jesús nos invita a permancer en él, nos dice “Permanezcan en mi amor”. Como Él esta en el Padre, quiere que estemos con Él.



    Lo que nos hace permanecer en unión entre el Padre el Hijo y ser uno con ellos es el Episitu Santo, es la savia que nos permite esyar injertos en el Señor como el sarmiento a la Vid y desde allí, anunciar al mundo el gran misterio del amor con que Dios ha venido a rescatarnos y salvarnos.




    Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.» San Juan 15,9-11




    Injertados en Jesús por la gracia del amor



    Hoy Jesús nos dice que nos ama y que el amor que ha venido a revelarnos está sellado por la entrega de su vida y Él anhela que podamos permanecer en ese amor, dándole la bienvenida. Al amor de Dios no se lo negocia; en gratuidad se ofrece y en gratuidad también se entrega. Esto es permanecer. Un verbo que en las Sagradas Escrituras aparece ciento dieciocho veces: sesenta y siete veces se lo utiliza en el Evangelio de San Juan, con variado sentido (estar junto a alguien; estar en un lugar determinado, por ejemplo). Pero el de la Palabra de hoy tiene un sentido preciso, teológico: permanecer es “en” y particularmente en la persona de Jesús.



    la permanencia es mutua: el discípulo en el Señor y el Señor en el discípulo. Es una permanencia que viene dada por una inserción en la persona de Jesús. Tal cual lo indica la parábola de la vid, nosotros los sarmientos, un injerto de amor en Cristo, la vid. Cuando se hace un injerto en un árbol: se arranca de otro lugar la rama que se va a injertar y se hace una herida en el árbol para allí introducir lo que se va a injertar.



    Esa herida es el amor de Dios que se entrega por nosotros y en la Cruz se abre para darnos la bienvenida y compartirnos la savia de la riqueza íntima de su misterio de Padre, Hijo y Espíritu Santo; la riqueza más profunda que está contenida en el árbol de vida que ya no es aquél del Edén, sino que es Cristo, es el Amor. Por eso, la invitación a injertarnos es a permanecer en ese Amor.



    ¿Cómo se hace para permanecer en el Amor, dándole la bienvenida al amor?



    Uno puede reconocer a lo largo de su vida cómo fue visitado por la presencia del amor en el seno de la familia, en la amistad, en el noviazgo, en los compañeros de trabajo y de estudio; cómo nos sorprendió el amor y nos reveló el misterio de la vida. La vida está hecha para ser vivida en esa clave y sólo cuando encontramos un amor grande por el cual vivir, encontramos el motivo de la vida. Y hay más de una oportunidad en que el Amor se manifiesta en pequeños gestos con los que el Señor se acerca a nosotros, atrayéndonos hacia aquel lugar en donde quiere llenarnos de vida nueva.



    Es la vida del Espíritu la que se comunica a través de esos gestos. Es la Savia, es el misterio del vínculo entre el Padre y el Hijo, que se llama Espíritu Santo y que ahora se derrama sobre nosotros en abundancia, en multifacéticas expresiones, en un montón de coloridos matices que nos hablan de la riqueza que allí está escondida.



    Te invito a que despiertes al amor, a que salgas de tus lugares de pesadumbre, sinsentido, agobio, tristeza y te animes a dejarte visitar por esta presencia de amor.



    Llamados a dar frutos



    Estamos llamados a dar fruto abundante, para el bien de los demás, para gloria de Dios,
    Thu, 02 May 2024 - 19min
  • 669 - Jesús nos regala su paz









    30/04/2024 – “𝗟𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗼 𝗹𝗮 𝗽𝗮𝘇, 𝗹𝗲𝘀 𝗱𝗼𝘆 𝗺𝗶 𝗽𝗮𝘇, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗮 𝗱𝗮 𝗲𝗹 𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼. ¡𝗡𝗼 𝘀𝗲 𝗶𝗻𝗾𝘂𝗶𝗲𝘁𝗲𝗻 𝗻𝗶 𝘁𝗲𝗺𝗮𝗻!”, dice Jesús en el evangelio del día, San Juan 14,27-31.  La paz que da Jesús es la que habita en el corazón, es la paz del pesebre de Belén, la de la Pascua. 



    Que esa paz, que solo Jesús puede brindar, resida en tu corazón. Confía en que al llevarla con vos, contribuís significativamente en estos tiempos difícles que atravesamos.




    Jesús dijo a sus discípulos: «Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman ! Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.» San Juan 14,27-31a.




    Jesús, desde la cruz nos da su paz



    “Les dejo la paz, mi paz les doy” (Juan 14,27).Esta paz de Jesús fluye en el creyente, que permanece en Cristo, y busca abarcar todas las dimensiones de su existencia.



    Jesús desde la cruz, aún en medio de los mayores tormentos, mantiene su vinculo de amor con el Padre y la misión hasta el final conservando el don de la paz: “Todo está cumplido” (Juan 19,30).



    Dios en Cristo tomando nuestra carne experimenta el sentido del sufrimiento y desde ese lugar nos invita a la plenitud. “El sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre; es uno de esos puntos en los que el hombre está en cierto sentido « destinado » a superarse a sí mismo, y de manera misteriosa es llamado a hacerlo”. S D 2



    Cuando la ofrenda ha llegado a su plenitud, desciende una gran paz sobre el espíritu del Señor. Todo está cumplido, ya puede regresar a la casa de su Padre para reencontrarse y fundirse con él, ya todo está cumplido. Nosotros cuando transitamos el sufrimiento de la mano de Jesús, lo que parece final se constituye el comienzo de un nuevo camino.



    El asumir el dolor con sentido de redención es un proceso que atraviesa el mismo Jesús. Se lo puede ver particularmente el Huerto de los Olivos.



    Allí experimentó la angustia más profunda: “Padre mío, si es posible, que se pase de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26, 39). Entonces, vino un ángel del cielo a consolarlo y la paz regresó. Es la aceptación la que permite esta experiencia de consuelo y paz. Es la aceptación de su misión redentora la que le permite decir al Padre: “hágase tu voluntad y no la mía”



    En el calvario, esa sensación de lejanía y aridez que pudo haber experimentado en el Huerto de los Olivos, fue superada.



    El secreto de cómo conservar la paz en el sufrimiento está en abrazar libremente las pruebas con amor, en unión con Jesús. Ofrecerlo por el mundo entero, con el anhelo de ser fiel al camino del amor.



    En esos momentos como Jesús en su Getsemaní, clama al Padre del cielo y él, junto a sus ángeles, nos consolara y la paz volverá a tu corazón.



    Por lo demás, Dios promete a los hombres y mujeres que trabajen por la paz: “No te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa; él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna” (Salmo 91,10-12).



    Al haber Jesús cumplido, a fondo, la voluntad del Padre, es fuente de paz infinita que se irradia,
    Tue, 30 Apr 2024 - 43min
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